La Biblioteca Andariega

La primera cita formal con los niños y niñas fue el día 22 de agosto de 2015, a veces bajo la sombra de un árbol, otras en una banqueta terregosa, entre la milpa y posteriormente al cobijo de una capilla, propiedad de uno de los vecinos del lugar.

Inicialmente el objetivo era pintar, jugar y divertirse.  Ya con libros donados, organizamos una sesión de pintura que fue del agrado de los padres, madres y niños. Luego de esta actividad, los niños y niñas demandaron más y más, provocando que nuestras reuniones se dieran regularmente los domingos.

De esas reuniones surgió el nombre de «andariega», ya que, como no había un lugar para guardar los libros, los teníamos que llevar y traer, ya sea en cajas de cartón, en carrito con ruedas o en bolsa de rafia; todo dependía de la cantidad de libros y del apoyo para cargarlos.

Con el apoyo de diversos actores logramos construir nuestra aula donde actualmente trabajamos, en un espacio de 30 m2, que fue concedido en comodato por uno de los habitantes de la colonia.

La construción se realizó mediante una técnica de biocostrucción, utilizando, entre otros elementos, llantas, plásticos PET, tarimas de madera y sobre todo mano de obra de voluntarios que creyeron en nuestro programa.

La creación de esta aula no solo sirvió para contar con un espacio adecuado para las actividades de la biblioteca, sino también sirvió para que los vecinos pudieran conocer y aprender la técnica de bioconstrucción como una alternativa para construir viviendas a bajo costo y amable con el medio ambiente.

Nuestros lectores asiduos son niños y niñas de muy bajos recursos económicos, con familias en donde la presencia del alcohol y la violencia es normal; tienen algún grado de desnutrición, y todos asisten a la escuela.

Algunos niños y niñas llegan solo en fechas especiales y festivas; por lo general son llevados por un adulto y pueden presentar algun tipo de discapacidad o viven en pobreza extrema.

Todos son niños y niñas que disfrutan de jugar al aire libre, de pintar, dibujar, recortar, pegar, crear cosas y leer.

Son niños que han aprendido a respetar tres reglas básicas: no decir groserías, respetar a los demás y compartir materiales.

No todo ha sido sencillo y la promoción a la lectura ha tenido sus descalabros. Encontramos que los niños tenían edades de entre 4 y 11 años, lo cual implicaba tener niños que ya sabían leer y escribir, y otros que no;  el nivel de comprensión y capacidad lectora de los asistentes estaba por debajo de lo esperado para su edad cronológica y grado escolar; y además identificamos problemas de violencia familiar.

Estas condiciones se han ido atendiendo a partir de diversas técnicas didácticas como la lectura en voz alta o el juego de roles, que les gusta mucho; el coonocimiento de nuevo vocabulario antes de cada lectura, el  préstamo de libros a casa, así como la incorporación de juegos que permitan incrementar las habilidades visoespaciales, psicomotrices, de atención y de trabajo en equipo, y actividades de artes plásticas; todos relacionados con la lectura programada en cada sesión.

Nuestra Biblioteca Andariega se ha convertido en un espacio privilegiado donde se puede resignificar las vivencias de los niñas y las niñas, al mostrarles que es posible solucionar conflictos sin gritos, donde se respeta y fomenta la capacidad creadora y donde además hay historias formidables.

Una de las formas que tenemos para evaluar al programa son las voces de las niñas, los niños y sus familiares. De esta manera encontramos expresiones como «ya se porta mejor», «mejoró sus califiaciones escolares», «quiero estudiar para ser doctora», «cuando sea grande quiero poner una biblioteca como la de Lulú».

Uno de los pilares del éxito de la Biblioteca Andariega, es la capacidad, profesionalismo y humanidad de Lourdes Mercado, Directora del programa, quien domingo a domingo disfruta del espacio con sus lectores, y quien constantemente anda en busca de nuevos libros.

Tratamos, en la medida de nuestras posibilidades, de acercar a nuestros niños y niñas a otros espacios culturales y recreativos, fuera de nuestra aula.

Es así como los niños y niñas han visitado la librería del Fondo de Cultura Económica «José Emilio Pacheco», el Zoológico Miguel Álvarez del Toro; y han asistido a ferias ambientales, a festivales y celebraciones.

También hemos recibido visitas de personas que nos han brindado servicios de peluquería y odontología, así como la visita de una compañía de teatro de sombras.

Son muchas puertas las que hemos tocado para hacer realidad este programa y son varias personas y organizaciones que han cooperado tanto para la construcción de nuestra aula, como para la adquisición de libros y materiales.

Agradecemos a todos aquellos que creyeron en nuestro proyecto y siguen creyendo en nuestro programa, como Cultural Care Kids First Foundation.

Desafortunadamente aún tenemos limitantes para equipar nuestra aula y para contar con materiales; así mismo, necesitamos de más voluntarios que participen en las actividades de cada domingo.

Los invitamos a ser parte de este programa, ya sea mediante donaciones en dinero o en especie; o como colaboradores y voluntarios.